Cuando la actividad física deja de ser saludable

¿Realizar ejercicio puede perjudicarnos? El profesor de Educación Física, Mario Alba nos da la bienvenida a su columna mensual “Actividad física y salud”.
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Nadie duda, en estos momentos, que la salud y la actividad física están íntimamente relacionadas.  Pero, primero debemos definir y tener bien en claro el significado de estos conceptos.  

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la salud es “un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.  Dicha definición entró en vigor en 1948 y, si bien ha sufrido numerosas críticas, es aún a día de hoy la más conocida y aceptada globalmente. 

Por su parte, llamamos actividad física a “cualquier movimiento del cuerpo que hace trabajar los músculos y requiere más energía que el reposo”. Esto incluye no solo caminar, correr, nadar, hacer yoga, practicar algún deporte; sino también, hacer trabajos de jardín, subir escaleras, caminar o ir en bicicleta a algún lugar e, incluso, limpiar la casa puede considerarse actividad física.

Tras esta aclaración podemos decir entonces que para todos está clara la definición de salud y no admite otro significado. Pero la idea de “actividad física”, generalmente, nos remite solamente a correr, bicicletear, caminar, nadar, hacer yoga, ir a un gimnasio, pilates, practicar un deporte, bailar, entre otras. Y entonces, aquí viene muy bien, recordar el comentario de un gran doctor que decía: “Si la actividad física viniera contenida dentro de una pastilla, sería el medicamento más recetado”.

Asociamos la “actividad física” a realizar un deporte y lógicamente está muy bien (no vamos a mencionar o a elegir a modo de ejemplo a un deporte en particular, porque puede llegar a malinterpretarse). Empezamos a practicarlo regularmente, esto incluye dos o tres sesiones semanales y cada 15 días alguna competencia, siempre dentro del amateurismo y la recreación. Y aquí empezamos con los problemas: cuando al “deporte” lo asociamos a la “competencia” y ganar o perder pasa a ser el objetivo principal, deja de ser saludable para nuestro cuerpo.

Basta con ponernos a pensar y recordar: ¿Cuántas veces jugué con un dolor en alguna parte del cuerpo y seguí porque no quería perder? o lo que es peor: ¿Cuántas veces tomé un desinflamatorio para “tapar” ese dolor y poder jugar el partido de lo que fuere?, quizás también, ¿cuántas veces llegué a mi casa después de jugar un partido y estaba enojado, molesto, con bronca porque me equivoqué muchas veces y no me salieron las cosas como esperaba? Todo eso sin llegar a preguntarme: ¿Cuántas veces terminé enojado con mis “rivales” de turno o mis compañeros de equipo con un nivel de estréss que me costó dos o tres horas reponerme? 

Entonces, cuando elegimos practicar un deporte para realizar la “actividad física” que me recomendó el médico y me suceden alguna de estas cosas que mencionamos anteriormente, deja de ser saludable.

Entenderán, con estas aclaraciones, que en esta columna, solo nos ocuparemos de hacer comentarios que estén relacionados con la actividad física, pura y exclusivamente orientada a los beneficios sobre la salud de nuestro cuerpo.  Y cuando decimos “cuerpo”, nos referimos a las tres partes que lo componen y que son in-se-pa-ra-bles: cuerpo (físico), mente (cerebro) y alma (sentimientos). Las tres por igual.

También es importante saber que, en este espacio, no encontraremos metodologías de entrenamientos, rutinas de ejercicios, dosificaciones de estímulos, etcétera, ni mucho menos cómo mejorar el rendimiento físico para determinado deporte o actividad física. Estamos dispuestos a recibir sugerencias, comentarios o dudas que puedan llegar a tener.

Esperamos, desde este lugar, cubrir sus expectativas. Hasta la próxima.

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