20 de junio: Paso a la Inmortalidad del General Manuel Belgrano

El 20 de junio de 1820 moría en Buenos Aires el creador de la insignia nacional, motivo por el cual se celebra el Día de la Bandera.

Por Marcela Ternavasio (IECH-Conicet/UNR)*

El 20 de junio se conmemora “Día de la Bandera” en honor a quien fue su creador, Manuel Belgrano, fallecido en esa fecha en el año 1820. Cuando la efeméride fue instaurada en el calendario cívico por ley N° 12.361 de 1938, hacía ya mucho tiempo que la figura del prócer estaba consagrada en el Panteón de Héroes de la nación. La Historia de Belgrano y la independencia argentina de Bartolomé Mitre, cuya edición definitiva data de 1886, cristalizó en una narrativa fundacional las imágenes y relatos que circulaban desde hacía décadas en torno al personaje y su papel en la historia vernácula. Un papel que Belgrano no imaginó que asumiría cuando regresó de España a Buenos Aires, su tierra natal, con el título de abogado y la designación de Secretario del Consulado de Comercio que asumió en 1794.

En los años que estuvo al frente del Consulado mantuvo la ilusión de convertir a la Corona española en el motor de los cambios que debatían muchos peninsulares y criollos a ambos lados del Atlántico. Su participación en las empresas periodísticas porteñas nacidas en la primera década del siglo XIX así lo demuestra. En sus contribuciones como publicista se ocupó de difundir las ideas de la nueva economía política y de la ilustración de las que se había empapado en sus lecturas y conversaciones europeas. Pero esa ilusión ilustrada fue desvaneciéndose, mientras la monarquía a la que servía desde su alto cargo de funcionario colonial entraba en una profunda crisis. La ocupación de la península por parte de las fuerzas napoleónicas y la renuncia de los Borbones a la Corona de España en la ciudad francesa de Bayona agudizaron dicha crisis y contribuyeron a la definitiva implosión del imperio. 

La repercusión de los acontecimientos europeos en el Río de la Plata condujo a Belgrano, a los cuarenta años de edad, a embarcarse en la aventura revolucionaria iniciada en Buenos Aires en 1810. Como miembro de la Primera Junta de gobierno creada el 25 de mayo aceptó la responsabilidad de comandar los ejércitos patriotas, sin nunca haber recibido formación militar. El letrado convertido en soldado recorrió geografías desconocidas al mando de las fuerzas dirigidas al Paraguay y luego al Alto Perú. En ese recorrido, el 27 de febrero de 1812 ordenó el izamiento y jura de la bandera celeste y blanca a orillas del río Paraná, en el pequeño poblado de Rosario.

En 1815 pudo abandonar por un año la difícil vida de campaña, cuando fue comisionado a Londres por el gobierno de las Provincias Unidas en calidad de diplomático. A su retorno volvió a vestir el ropaje de militar de los ejércitos, no sin antes aconsejar a los congresales de Tucumán, en vísperas de declarar la independencia, la instauración de una monarquía constitucional en el Río de la Plata coronando a un príncipe del linaje incaico. Mientras su salud se deterioraba, se mantuvo defendiendo la frontera norte hasta regresar, ya muy enfermo, a su ciudad natal.

El 20 de junio de 1820, la noticia de la muerte de Manuel Belgrano pasó desapercibida. Buenos Aires vivía una crisis sin precedentes mientras la prensa se ocupaba de registrar las luchas intestinas. Al funeral que organizó su hermano, el presbítero Domingo Belgrano, concurrieron unos pocos parientes y amigos. Fue recién en julio de 1821 cuando el gobierno de Buenos Aires, ya pacificado, le rindió homenajes fúnebres a través de un ostentoso ceremonial, con la participación de batallones militares y corporaciones, misa en la Catedral y una numerosa concurrencia que acompañó el cortejo por las calles de la ciudad. En ese tardío funeral comenzó a construirse, gradualmente, la memoria del prócer, creador de una bandera que seguramente no imaginó se convertiría décadas después en el emblema de una república llamada Argentina y que hoy nos representa como nación.

*Marcela Ternavasio es historiadora y autora de numerosos libros. Artículo publicado por la Asociación Argentina de Investigadores en Historia (AsAIH)

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